Entre julio y octubre las ballenas jorobadas migran a aguas tropicales y subtropicales para reproducirse y parir. Centenares de personas observan, con respeto desde lanchas, esta exhibición de la naturaleza.
La ballena jorobada es una especie de cetáceo que de adultos puede alcanzar una longitud de 12 a 16 metros y un peso aproximado de 36.000 kg. Todos los años buscan aguas cálidas para aparearse y parir.
La costa panameña se ha transformado en un enclave privilegiado para estos animales y el turismo ha sido testigo privilegiado de este espectáculo. Diariamente decenas de lanchas zarpan desde diversos puntos del país en busca de encontrar a un grupo de cetáceos jugando en el agua.
Uno de estos lugares está a 3.5 millas náuticas de las costas de Pedasí. Nada menos que Isla Iguana uno de los destinos más reconocidos del país por sus aguas cristalinas, las playas de arena blanca y su biodiversidad.
La Autoridad de Turismo de Panamá (ATP) está apostando al turismo de naturaleza como parte del Plan Maestro de Turismo Sostenible (PMTS) 2020-2025. Por esta razón el ministro de turismo, Iván Eskildsen, señaló que “la llegada de estos maravillosos seres a aguas panameñas representa un contacto con la naturaleza que aporta una experiencia transformadora, que es lo que más buscan los viajeros conscientes”.
Además destacó “que el avistamiento de cetáceos son eventos que promueve la ATP de manera prioritaria, ya que al promoverse este tipo de turismo de forma responsable, se beneficia la economía de las comunidades costeras, quienes también se sumarán a su conservación, logrando que la población se dedique a actividades más sostenibles”.
Se han implementado todas las medidas necesarias para que el turista pueda disfrutar esta experiencia tranquilo y seguro.
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